Descubrimiento de la cueva turística más larga de Europa

«Aquí hay un mundo nuevo, esto es el paraíso,» gritó Luka Čeč desde lo alto de una pared rocosa encima del río subterráneo en la Cueva de Postojna, después de haber estado desaparecido durante mucho tiempo.

 

Motivo: una parada obligatoria

En abril de 1818, la Cueva de Postojna estaba en plena preparación para la importante visita del emperador Francisco I y la emperatriz Carolina Augusta. En aquel entonces solo se conocían varios centenares de metros de cueva, próximos a la entrada, pero aun así, su belleza también tuvo fama en el extranjero. La emperatriz madre deseaba visitar la cueva, por tanto los emperadores en su camino a Dalmacia decidieron parar en la Cueva de Postojna. 

¡Guau!

En los últimos días antes de la visita, los administradores de la cueva estaban nerviosos y con mucho trabajo. Para la gran recepción del emperador decidieron levantar en las rocas enormes, que se levantan encima del río subterráneo, una pirámide con un escrito transparente, que impresionaría tanto al emperador, que solo podría soltar un «¡guau!». Pero por casualidad se encargaron de que todo el mundo soltara un «guau» durante los siguientes 200 años.   

En peligro mortal

Para colocar el escrito enorme, colocaron una escalera por encima del río y encima de la misma, una tabla. El valiente Luka Čeč, encargado de la iluminación, cruzó este puente «improvisado» con una linterna en la mano. Mientras los demás estaban pendientes de su trabajo, Čeč empezó a escalar las rocas en la otra orilla y en un peligro mortal logró subir hasta la cima. Desde la cima saludó a los compañeros y continuó su camino, adentrándose «a la roca» hasta que finalmente desapareciera, ya que la oscuridad se tragó la escasa luz de su linterna.

«Lo vimos parado en la cima y después siguió el camino. Durante un tiempo todavía se veía el reflejo de la luz de su linterna. Estuvimos esperando el regreso de este hombre valiente más de media hora, preocupados, ya que pensamos que algo le podía haber pasado», contaba Jakob Vidmar, el supervisor de Čeč, el 19 de diciembre de 1823.

Nuevo mundo

Convencidos de que algo le hubiera pasado a Čeč en las rocas, los compañeros no pudieron creer a sus ojos cuando después de mucho tiempo volvieron a ver la luz de la linterna y al propio Čeč, que apareció en las rocas, iluminado por la luz. Gritó las palabras, que se quedaron grabadas en la historia: «Aquí hay un mundo nuevo, esto es el paraíso». Después, bajó rápidamente las rocas y empezó a contar sobre su nuevo descubrimiento, la nueva cueva. Se había adentrado en las profundidades de la cueva, pero no había llegado hasta su final. Para encontrar el camino de vuelta, colocaba al suelo las concreciones calcáreas rotas, para que le indicaran la salida con sus puntas.

Inmensas galerías y secretos

Las historias sobre la gran Cueva de Postojna no acabaron con el descubrimiento de Čeč, fue cuando realmente empezaron. Y todas fueron «guau»: la historia sobre el tren, la electricidad y el increíble mundo animal, los dragoncitos. Las concreciones calcáreas rotas de Čeč fueron sustituidas por caminos, por los que visitantes entran a la cueva desde 1819, cuando fue abierta para el turismo. Aunque Čeč desde el principio no fue reconocido como el descubridor de la cueva, después de un interrogatorio en 1823 quedó claro que fue él el hombre valiente que se adentró en las partes desconocidas de la cueva. El sistema de cueva de 24 kilómetros, que alberga la cueva turística más larga de Europa, no es el único descubrimiento de Čeč. Se encargó también de descubrimientos minúsculos, pero importantes.